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Descubriendo Museos EL FOGÓN DE LOS ARRIEROS

por Daniel Benoit Cassou
por Daniel Benoit Cassou

Artista, periodista y escritor

Biografía

Recorrer esta casa devenida en museo es adentrarse en un mundo mágico e irresistible.

La consigna que reza a la entrada dice “Utseud peude vitisar el fgoón en el desdoren que deese”, lema que se adecua al visitante que no sabe donde posar su mirada.

Cada detalle invita a ser recorrido por la vista y la propia forma elíptica del edificio determina nuestro ritmo circular visual.

La historia se remonta a quien fuera el principal mecenas e impulsor del arte en la ciudad de Resistencia, promotor del espíritu cultural que la ciudad ha adquirido.

Aldo Boglietti (Rosario, 1908-1979) arrivó a Resistencia en 1937 a la edad de 29 años. Llegó acompañado de su hermano mayor Efraín quien también lo acompañó en esa titánica y obsesiva labor.

Pero fue el encuentro fortuito con el artista Juan de Dios Mena (Santa Fe,1897-1954), denominado el Miguel Ángel criollo, lo que generó una eclosión de cara al arte.

En 1937 Aldo se muda a su casa en Brown al 188 y a los pocos meses invita a su amigo Juan a instalarse allí, donde le facilitará alojamiento y taller, momento en el cual surge el nombre de Fogón de los Arrieros, escogido por Juan.

El nombre está inspirado en un fogón donde la gente llega de paso, se calienta junto al fuego y sigue su camino.

También la casa recibía los epítetos de “Museo del disparate”, “rincón de amigos”, “caja de sorpresas”, “templo de amistosa hermandad”, “estilo de vida”, “casa de fraternidad y belleza”, “museo existencialista”.

Allí conviven juntos durante una década y al año siguiente del fallecimiento de Juan, Aldo se muda a pocos metros a la que sería su casa definitiva sobre Brown al 350 sede actual del museo.

La casa inspirada en un plato volador, fue diseñada por el prolífico arquitecto Humberto Mascheroni, fiel representante del Movimiento Moderno quien supo resumir la filosofía de la Bauhaus así como el estilo de Le Corbusier.

Impulsado por el espíritu artístico de Juan, Aldo quien cuenta con una buena situación económica, se va comprometiendo con el arte y en una especie de locura, seguramente que dictada por las fuerzas superiores de la ciudad, comienza en 1960 con la promoción de esculturas emplazadas por toda la ciudad.

La casa ya no le alcanzada para albergar todas las obras que quería, por lo cual se da el gusto de alhajar toda la ciudad a modo de un museo a cielo abierto.

La casa, declarada Patrimonio Cultural de la Provincia del Chaco, siempre fue un reducto donde se daban cita intelectuales, artistas, músicos y escritores. El lugar logró tal notoriedad que la gente decía “si vas a Resistencia, anda a visitar el Fogón de los Arrieros”, consigna que hasta el día de hoy perdura.

Aldo era un dandy y le gustaba reunir amigos promoviendo siempre divertidos encuentros.

Su casa siempre permaneció sin llave y estaba abierta a las visitas las 24 horas del día.

Existían norma explicitas también cargadas de humor a la hora de ingresar, como la que prohibía el ingreso de mujeres con ruleros. También se instaba a mantener el orden a la hora de hacer uso de los servicios del bar.

Tampoco se permitía el ingreso a menores de 15 años.

Se ocupó de promover la filosofía del lugar. Para ello creó una llave simbólica con el fin de entregársela a sus amigos que se hubieran ocupado de fomentar el Fogón. Dentro de casi 450 destinatarios de la llaves se encuentran la fotógrafa alemana Grete Stern y Jorge Luis Borges.

Aldo era un auténtico mecenas al grado tal que en 1968 dona tanto su propiedad así como sus bienes al Estado, previa constitución de una fundación que la rige y administra al día de hoy.

Luego de su fallecimiento, fue su compañera Hilda Torres Varela (1923-2002), alma máter del movimiento intelectual que se genera en torno al Fogón, quien continuará el legado con el mismo propósito.

Egresada de la Sorbona, Hilda era una mujer que manejaba muy bien sus vínculos sociales habiendo mantenido amistad con Jean Paul Sartre, Julio Cortazar así como con el pintor Emilio Petorutti.

Esto nos da la sensación de que el universo conspiraba a favor del desarrollo de este lugar, esta ciudad, que casi como ocurriera en Florencia en la época de los Medicis, estaba todo estipulado para convertirla en un centro de explosión artístico, espíritu que al día de hoy continua ya que le destino se ha ocupado de ir poniendo personas en la continuidad de este legado.

Actualmente la casa presidida por el Dr. Daniel Moscatelli, se mantiene viva y en plena actividad donde se celebran encuentros de canto, danza, teatro, presentaciones y clases de tango entre otras.

La casa museo es un espacio ecléctico se lo mire por donde se lo mire con obras colgadas de piso a techo, con objetos como una hélice del avión de Antoine de Saint-Exupéry así como otras piezas sutiles como una escoba y ropa entre las cuales se encuentra un botón de un corpiño de Rita Hayworth y un par de guantes de boxeo de Carlos Monzón que usó cuando venció a Nino Benvenutti.

Entre las pinturas se distinguen las de Emilio Pettoruti, Leopoldo Presas, Carlos Páez Vilaró, Juan Carlos Castagnino, Juan Battle Planas, Norah Borges, Raquel Forner, el llamativo mural “Los músicos” así como el diseño del piso de René Brusau, entre tantos otros, así como esculturas de Lucio Fontana, Juan de Dios Mena presente en mas de 20 piezas, ademas de otros tantos que pelean para ser visualizados, así como un hermoso retrato fotográfico de Aldo realizado por Grete Stern.

El patio de la casa merece una atención no menor. Allí Aldo recreó una especie de cementerio, al cual llamó “Sal si puedes”, el cual cargado de humor (negro) se adelanta a los acontecimientos dando virtual sepultura a sus amigos.

Tampoco falta el homenaje un perro callejero muy popular y querido por la ciudad llamado Fernando, fallecido en 1963, presente en una escultura en la vereda de la casa donde se le dio sepultura lo que denota la variopinta personalidad del dueño de casa.

Llegar a Resistencia conlleva una visita obligatoria al Fogón para poder comprender desde allí el espíritu que reina en la ciudad.

Aldo Boglietti fue un ser fuera de lo común de esos que no fallecerán nunca, con una especie de locura contagiosa.

Recorrer sus salas nos impregnan con su afán que nos abraza y nos hace suyo.

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