por Daniel Benoit Cassou Artista, periodista y escritor Biografía José Ignacio y sus alrededores continúa…
LOUISE BOURGEOIS
POR INGER PEDREÁÑEZ.
Fotos colórelas por Lic. Luis López Jubin
Louise Bourgeois (1911-2010) no sentía remordimientos cuando ocasionalmente destruía una obra que ya no le agradaba. Era parte del proceso de catarsis que significaba para ella interpretar su mundo interior a través del arte. Se hizo famosa a los 71 años, aunque asumió su destino artístico desde los 21. Se podría decir que hasta entonces fue un fenómeno underground, con propuestas alternativas a las tendencias del momento. Pero eso no le impidió tener una disciplina férrea de creación sin encasillarse en ninguna expresión artística.
A los 34 años realizó su primera exposición individual, en la Bertha Schaefer Gallery de Nueva York (1945). Dos años después, Bourgeois creó un libro titulado He Disappeared into Complete Silence que combinaba una serie de nueve grabados con textos poéticos, cargados de su emotividad, desde la pérdida de autoestima, la ausencia de la madre, los celos, la figura paterna, pero al mismo tiempo con un gesto optimista. De lo que se trataba era de revivir cada mañana. La primera edición de apenas 44 ejemplares, se cotizó en tiempos recientes, en 185.000 dólares.
En esa misma época data su participación en la exposición alternativa Documentos France 1940-1944: art literature press of the French underground (Arte-literatura-prensa de la Francia clandestina), en la Norlyst Gallery de Nueva York, compuesta por documentación antinazi y que contó con el apoyo de Marcel Duchamp. Fue un evento multidisciplinario, que también combinó arte con poesía.
El entorno social y el auge de movimientos artísticos no le fueron ajenos a Louise. Su obra se inspiró en el surrealismo (más por admiración a Salvador Dalí y por su cercanía a Joan Miró que por influencia de André Breton, pues nunca perteneció a su círculo). También se identificó con el expresionismo abstracto, el posminimalismo y con el psicoanálisis para proponer una creación única, ajena a cualquier “ismo” existente.
Louise realizó grabados, pintura, escultura, instalación hasta performance, y recurrió a todos los materiales posibles: telas, maderas, piedra, mármol, bronce, acero, látex y caucho, entre otros diversos objetos. Pero ni el estilo ni los elementos interrumpieron su intencionalidad autobiográfica. La madre, el padre, los traumas de su infancia fueron leiv motiv constante en su obra.
“No es una imagen lo que estoy buscando. No es una idea. Es una emoción que quiero recrear, una emoción de querer, de dar y de destruir”,
DE SUS DIARIOS, CITADOS POR CHRISTIE’S.
Desde muy niña ayudó en el próspero negocio familiar dedicado a la restauración de tapices. Descubrió la infidelidad del padre con su niñera, con quien compartió techo durante una década. Atendió a su madre en su prolongada convalecencia, de quien se dice murió a causa de la “gripe española”, y como parte de su duelo abandonó sus estudios de matemática en la universidad de la Sorbonne para inscribirse, en contra de la voluntad de su padre, en L’école du Louvre et des Beaux-Arts, y asistir también a la Académie de la Grande-Chaumière y la École du Louvre. Igualmente, trabajó en los estudios de varios artistas, como Roger Bissière, André Lhôte y Fernand Léger. Fue Léger quien le dijo que se dedicara a la escultura en la década de 1930 antes, de mudarse a Nueva York, en 1938.
El nombre de Louise Bourgeois, la artista que canalizó todas sus tensiones emotivas a través del arte, es inseparable de una obra imponente que se puede apreciar en varias ciudades del mundo. Ella es la autora de la araña gigante —Maman, (1990)— de casi nueve metros de altura que le da la bienvenida a quienes visitan el Tate Modern de Londres, así como el Museo Guggenheim de Bilbao.
Louise Buorgeois, Maman 1990. Museo Guggenheim Bilbao, España.
Tenía 88 años cuando recurrió al bronce, al mármol y al acero inoxidable para hacer esta escultura. Pero las arañas siempre le han acompañado desde sus primeros bocetos realizados en tinta y carboncillo, que datan de 1947. La metáfora de las tejedoras, referencia al primer oficio que conoció, siempre lo ha tenido presente, además de comparar la esencia del arácnido con las actitudes de su madre Jósephine Fauriaux.
“Mi mejor amiga era mi madre y era deliberada, inteligente, paciente, tranquilizadora, razonable, delicada, sutil, indispensable, pulcra y útil como araña”
LOUISE BOURGEOIS EN ODE À MA MERE (1995).
Reiteradamente explicó ese vínculo en sus entrevistas. “Vengo de una familia de reparadores (de tapices). Si desgarras una telaraña, ella (la araña) no se enoja. Teje y repara (…) La araña es un animal acorralado, encuentra seguridad en la esquina. Pero ella, de hecho, no está arrinconada, sino que intenta arrinconar a los demás”, dice Bourgeois, citada por la National Gallery Scotland.
Fue Louise Bourgeois la artista que estrenó “The Unilever Series”, el espacio del Turbine Hall en el Tate Modern, en el año 2000. Se incluyó Maman en esa muestra, pero la obra realizada especialmente para ese espacio fue I do, I Undo, I Redo (2000), que se conforma, entre otros elementos, de tres torres de acero de 9 metros de altura y unas plataformas que pretenden crear escenarios de encuentros íntimos entre extraños y amigos. Para esa ocasión, la artista ideó un performance —interpretado por Denise Stroklos—, sobre la identidad, el sexo y la muerte. El mensaje resaltaba la vida creativa en contra de una sociedad limitante.
No fue sino hasta 2008 que el Tate Modern adquirió la araña como parte de su colección. Seis moldes adicionales se hicieron de la escultura Maman sólo en acero inoxidable, una de ellas es la del Guggenheim. Estos gigantes arácnidos han recorrido todos los continentes —en América Latina, México y Argentina—. Las otras réplicas se exponen de forma permanente en Ottawa en la National Gallery of Canadá; Crystal Bridges Museum of American Art, Arkansas Estados Unidos; Mori Art Museum, Tokio, Japón; Leeum, Samsung Museum of Art, Seúl; y en Qatar National Convention Centre, Doha.
Louise Bourgeois, Crouching Spider 2003-2011. Château La Coste en Provenza.
Antes ya había realizado diseños diferentes y a menor escala. Spider II (1995) es una de las pequeñas ediciones en bronce, que formó parte de la más reciente retrospectiva Louise Bourgeois: An Unfolding Portrait, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (2017-2018).
ES LA VIDA EL MISMO ARTE
Pero las arañas no son la única obsesión de Bourgeois. Igualmente, las agujas, las espirales y sus esculturas fálicas. Las agujas y los husos de las hilanderas los incluye en alguna de sus instalaciones de la serie Cells —que comenzó a trabajar en la década de los 60 y las siguió realizando a lo largo de su carrera—, pero además utiliza la técnica textil para bordar cuadernos de telas con frases que representan horas de introspección. También cose esculturas en tela, o recompone su pasado al unir retazos de los trajes que eran de su madre, así como su ropa de la infancia o de su ajuar para crear nuevos lenguajes. Se aseguró de no perder su pasado al transformar esos objetos en arte.
Explica Bourgeois que Cells incluye la doble connotación de la célula como el principio biológico de un organismo vivo, pero también como una jaula o una cárcel. Nuevamente la dualidad y la ambivalencia. Extraños interiores fetichistas o un inventario onírico. Son lugares que pueden atemorizar o quizás ser confidentes de la intimidad de la artista.
“Tienes que contar tu historia, y tienes que olvidarla. Olvidas y perdonas. Eso te libera”.
LOUISE BOURGEOIS
La espiral es su manera de controlar el caos, es la dualidad entre control y libertad, que no sólo representa en sus pinturas sino también en las esculturas. En el año 2005 crea doce grabados en madera con una ancestral técnica japonesa. De ellos, nueve están impresos en tinta roja, dos son negros y uno azul, son los colores que con mayor tendencia aparecen en sus piezas, los colores que son comunes en las banderas de su doble ciudadanía. La forma geométrica muestra la huella de sus estudios previos.
De las esculturas se percibe la misma sensación de estar atrapado, como en las telarañas. Nature Study (1986) es una espiral cerrada que se transforma en una mano que aprieta una figura humana. Igualmente reitera la imagen de la mujer espiral tanto en dibujos como en esculturas. Una primera versión tridimensional de Spiral Woman (1951–52) es una abstracción del cuerpo femenino en madera. Para cuando reinterpreta la imagen en bronce, bajo el mismo título, en el año 1984, la figura queda suspendida en el aire, con brazos y piernas distendidos en el sólido remolino que sostiene la fragilidad, pero así mismo es una amenaza.
Bourgeois explica la relación entre la espiral y la torsión de los tapices en el río Biève que era parte de la faena en el negocio familiar, gesto que también imaginaba cuando pensaba en la infidelidad de su padre. De hecho, destruye la figura paterna desde el primer momento en que supo que el arte sería su terapia. Dice la artista que la primera vez que comprendió el valor de la escultura tomó una hogaza de pan, masticó el relleno y con la masa hizo la figura varonil, que luego descuartizó. Con sus hermanos, también imaginaba un macabro destino para el señor Bourgeois, y esta idea finalmente cobra forma artística en La destruction du père, (1974).
“Todo lo que creo viene de algo personal, algún recuerdo o experiencia emocional. Todo mi trabajo… todos mis sujetos, han encontrado su inspiración en mi infancia. Mi infancia nunca ha perdido su magia, nunca ha perdido su misterio y nunca ha perdido su drama”.
En una entrevista en 1989 a Paul Gardner, autor del libro Universe Series of Women Artist.
Su matrimonio con el historiador del arte Robert Goldwater y las complejidades de su papel como esposa y madre se convirtieron en puntos centrales de la producción artística. Posiblemente la propuesta intimista y personal de Bourgeois estaba a contracorriente de las tendencias de la época.
La ambigüedad de los sexos, se hace evidente en piezas antropomorfas que amalgaman los genitales masculinos con los femeninos. Con cada pieza confronta la sexualidad con el drama psicológico. De toda esta producción una de las obras que más satisface a Louise es Janus Fleuri (1968), que representa las dos cabezas, masculino y femenino, pasado y futuro del dios romano Jano, y la segunda palabra francesa por lo florido o resplandeciente. Se considera un autorretrato de la artista.
En 1982 el fotógrafo Robert Mapplethorpe le hace un retrato con Fillette (1968) una de sus piezas escultóricas más conocidas que suele exponerse colgada del techo. Bourgeois se resiste a considerar que se le puede asignar algún género al arte.
La mujer con cabeza de casa, la combinación del cuerpo con la arquitectura, se integran a su trayectoria. Son muchas maneras de combinar existencia y materia. La Femme Maison dibujada en 1947 dista mucho de la esculpida en mármol 1983, de una sutil abstracción, o la de 1994 donde el cuerpo desnudo es más evidente y yace boca arriba con el mismo rostro de paredes y techo. En una ocasión comentó, refiriéndose a esta serie:
“No hay una experiencia femenina del arte, no, al menos, en mi caso, porque tan solo por ser mujer, no se tiene una experiencia diferente: los individuos son diferentes, hombres y mujeres, pero no la naturaleza humana”.
Si bien el trabajo de Bourgeois era prolífico, en los primeros años de su carrera fue poco lo que exponía o hacía público. Desde 1954 fue miembro del American Abstract Artists, pero los hombres seguían prevaleciendo en el medio cultural, mientras ella producía silenciosamente y guardaba sus piezas en su estudio. Su trabajo resultaba desconcertante, quizás porque era visionario; la expresión del cuerpo desde lo absurdo y grotesco comenzó a ser el tema de los artistas en la década de 1990, cuando ya Louise había ido y regresado, una y otra vez, en torno al tema.
En los años 70 se involucra con el movimiento feminista, y en una entrevista para The Washington Post, el 14 de mayo de 2006, le dice al periodista Paul Richard:
“Me he esforzado durante toda mi vida como escultora para convertir a la mujer de un objeto a un sujeto activo”.
LOUISE BOURGEOIS
En 1977 recibe el doctorado Honoris Causa en Arte por la Universidad de Yale y en 1981 es elegida como miembro de la American Academy of Arts and Sciences de Nueva York. Eran las primeras luces para un reconocimiento mayor que vendría poco después, cuando el Museo de Arte Moderno de Nueva York, bajo la curaduría de Deborah Wye, celebró la primera retrospectiva de la artista, en 1982. Fue la primera mujer en recibir esa distinción en el MoMA. A partir de ese momento, su carrera se impulsó con una vitalidad que no había experimentado antes.
En 1993, y como ciudadana estadounidense desde 1951, representó a su país en la XLV Bienal de Venecia. Francia, su país natal, no se quedó atrás en reconocimientos a su obra. Fue nombrada Officier de l’Ordre des Arts et des Lettres por el Ministerio de Cultura francés, en 1983, y el Grand Prix National d Sculpture otorgado por el Ministerio de Cultura francés, en 1991.
Basta revisar el historial de subastas de Sotheby´s y Christie´s para confirmar la valía de su obra. Quarantania (1947-1953) se vendió por 8,6 millones de dólares en la subasta de Seúl de 2018. Arco de histeria (1993-1994) se cotizó en Sotheby’s por 5,6 millones de dólares en 2019, Ha sido récord de subasta en varias oportunidades, y una de sus arañas se vendió en 32,1 millones en 2019. Importantes museos no han prescindido de la artista en sus colecciones porque reconocen su trabajo como piedra angular del arte del siglo XX.
Sus últimos 30 años de carrera fueron los más intensos, acompañada de su asistente Jerry Gorovoy, a quien le dedica la obra 10AM is when you come to me (2006). Una serie de manos que se encuentran reitera lo autobiográfico una vez más.
Diminuta, frágil, con mirada dulce, pero con un fuerte lenguaje irónico y mordaz e incluso cruel, Louise abría las puertas de su casa en Chelsea para recibir visitantes: artistas jóvenes y estudiantes. Era su intención ayudar a nuevas generaciones, pero no dejaba de ser muy crítica, de allí que esas sesiones las bautizó como “Sunday Bloody Sunday”.
Definitivamente, estaba ella en su esquina, observando, la mujer araña.
Inger Pedreáñez es periodista (UCV), fotógrafa, poeta. Profesora de periodismo en la Universidad Católica Andrés Bello. Dedicada al periodismo corporativo por más de 25 años. IG: @ingervpr.
Fuente: https://revistaestilo.org/2020/11/20/louise-bourgeois/