por Daniel Benoit Cassou Artista, periodista y escritor Biografía Ha sido muy acertado para nuestro…
Recorriendo Exposiciones EDUARDO BASUALDO
por Daniel Benoit Cassou
Buceando en las profundidades de la mente humana
Los argentinos, mas precisamente los porteños, base principal del arte del país, se quejan constantemente de la reducida actividad artística que existe en la ciudad, sin embargo para los uruguayos, Buenos Aires representa un gran abismo con relación a nuestro ámbito.
Cruzar el charco, nos traslada de una, al “primer mundo del arte”.
La ciudad siempre cuenta con exposiciones de nivel supremo y los artistas tanto nacionales como extranjeros, nos permiten contactar con el arte contemporáneo internacional dentro de lo que podríamos denominar vanguardia, si es que el post modernismo nos permite usar ese término.
La ciudad se ha encargado de llegar al lugar que ocupan en el arte internacional.
Centros, galerías, becas, premios, promueven el ascenso de sus artistas a primera división.
Solo el hecho de contar con carreras profesionales universitarias para los artistas, es un paso importante que genera una gran plataforma. Alrededor de diez universidades expenden títulos de licenciaturas en el ámbito dentro de las artes.
Asimismo el país, cuenta con la carrera para formar profesionalmente a restauradores de obras de arte, que Uruguay, con tantos artistas de renombre histórico internacional, carece.
La feria ArteBA que se celebra anualmente, da cuenta del compromiso que tienen los argentinos con el mercado del arte, lo que es bien distinto que hacer referencia al arte propiamente dicho.
Se trata de una organización no gubernamental sin fines de lucro fundada en 1991, con el objetivo de incentivar la producción artística contemporánea de todo el país, promoviendo la circulación de obras de arte por todo el mundo.
ArteBA está celebrando su 30 edición y se ha convertido en una de las ferias mas importante de Latinoamérica con rango y reconocimiento internacional.
Asimismo, la ciudad cuenta con espacios expositivos que acompañan y fomentan la difusión del arte, convirtiéndose en plataformas de sustancial importancia.
Entre ellas podemos nombrar a MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) , Fundación PROA, MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires), MAMBA (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires) , Museo Sívori, MNBA, (Museo Nacional de Bellas Artes), sin olvidarnos de citar la incidencia que han tenido el Espacio Rojas y el Instituto Di Tella, amén de la basta red de galerías, varias de ellas con presencia en ferias tanto locales como internacionales.
Ejemplo de la impronta comercial podemos citar la galería Ruth Benzacar, pionera en la participación de ARCO, la feria que se celebra anualmente en Madrid.
Y todos los centros de arte cuentan con grupos de amigos que se ocupan de mantener a sus instituciones vigentes y en actividad siempre pro activa.
El MAMBA tiene una gran importancia en el medio. Fue fundado a instancias del coleccionista y crítico de arte Rafael Squirru (Buenos Aires, 1925-2016), con la consigna de atraer lo mejor del arte internacional a la Argentina, así como de generar una plataforma para que los artistas argentinos pudieran ser vistos por el resto del mundo.
Comenzó sin tener una base física, ocupándose de que su acervo, compuesto por donaciones, tuviera visibilidad tanto local como internacional.
Esa misma impronta que le caracterizara oportunamente desde sus inicios, es la que hoy día prevalece.
Luego de varios y arduos años de trabajo por lograr notoriedad, protagonismo y vanguardia en manos de la gran luchadora Laura Buccelato (Buenos Aires, 1945) quien se ocupó de lograr una ampliación de las salas del museo, hoy y luego ya de unos años, el MAMBA vuelve a tener ese protagonismo e importancia con el cual fuera fundado.
Actualmente está dirigido por Victoria Noorthoon (Buenos Aires, 1971) y en cada viaje de los extranjeros a Buenos Aires, el museo es de visita obligatoria.
Siempre cuenta con obras de calidad y nunca deja de sorprendernos.
Dentro del marco del proyecto actual del MAMBA, llamado “Un día en la Tierra”, el museo presenta la ya comentada muestra de la colombiana Delcy Morelos, así como también, en plena concordancia, la exhibición de Eduardo Basualdo.
Referirnos a este “gran artista”, tal cual como lo cita su curadora, Victoria Noorthoon , es lo menos que se podría decir suyo.
Eduardo Basualdo (Buenos Aires, 1977) es el artista argentino con mayor proyección internacional y mas que proyección, debemos de hablar de un presente glorioso.
Formado en la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, es hijo de un reconocido economista e historiador. También se formó en el Teatro San Martín, para ser titiritero, complemento muy visible dentro de las escenografías de sus obras.
Basualdo también hace escenografías para obras de teatro y danzas.
Fue seleccionado en la Beca Kuitca en su quinta edición en 2010, plataforma de gran prestigio para los jóvenes artistas, la cual es otorgada a través de la Universidad Torcuato Di Tella.
Sus obras se manifiestan en las artes visuales y en el teatro en formatos como instalaciones, esculturas, dibujos u objetos.
Ha participado en varias bienales de renombre internacional, como la de Venecia donde fue seleccionado por su director, el nigeriano Okwui Enwezor para la edición celebrada en 2016. Participó en la Bienal de Lyon de 2011 dirigida por Noorthoon donde presentó “El silencio de las sirenas”, así como en la bienal de Gwangjiu en 2014.
También cabe destacar su muestra en el Palais de Tokyo de París, espacio insigne del arte contemporáneo con sustancial repercusión en el mundo entero. Todo lo que se expone allí, debió de haber sido expuesto allí y sus salas son un gran referente a tener en cuenta.
En esa oportunidad, Basualdo, colgó del techo “La cabeza de Goliat” realizada en aluminio negro.
Participó en la reciente Bienal de Berlín 2022, exponiendo en el museo Hamburgher Banhoff.
Formó parte de la selección de artistas en la primera edición de Art Basel Cities en 2018 llevada a cabo en Buenos Aires, la cual estuvo dirigida por Cecilia Alemani, (curadora de la 59 Bienal de Venecia), oportunidad donde pudimos ver su obra.
En sus obras anida la constante búsqueda del lugar del alma dentro del individuo, buscando descubrir el vínculo que tenemos con nuestro entorno, con nuestro planeta, intentando encontrar las materias oscuras que habitan en cada uno de nosotros.
Sus muestras siempre impactan y llevan al espectador a un viaje interno donde él mismo deberá de bucear buscando resolver las inquietantes motivaciones que sus obras proponen.
Sus propuestas no son condescendientes al gusto, sino que impactan y cachetean, generando instancias de tenor traumático a quien las observa.
Recorrer las muestras de Eduardo Basualdo es ingresar en un mundo de ficción donde circularizamos a través de nuestro interior. Es un andar por las profundidades y vericuetos de la mente humana.
Comprenderlas no es fácil y sus obras nos obligan a un ejercicio de intromisión que no siempre logramos. A sus muestras hay que ir con tiempo, recorrerlas en forma pausada y mirando hacia adentro.
Dentro del programa de ArteBA brindado a los coleccionistas, tuvimos el agrado de ser recibidos por el propio Basualdo, quien gentilmente nos hizo una visita guiada por su muestra en MAMBA.
Al inicio de la charla, el artista explicó al grupo, la forma en la cual se había inspirado para la muestra.
Explicar su obra, le implica un tránsito por su intimidad, revelando sus temores, sus formas narrativas de pensar y procesar esa otra habitación que solemos recorrer en nuestro interior cuando miramos para adentro.
Para Basualdo es vital la presencia del espectador y es un buen comunicador, disfrutando referirse a su obra, algo poco habitual en los artistas.
Para esta ocasión, el artista presentó una instalación de tenor introspectivo , titulada “Pupila”.
La consigna de esta obra, según sus propias palabras, fue el producto del confinamiento generado por la pandemia, que lo obligó a mirar hacia adentro suyo, invirtiendo el radio de acción de las pupilas.
Esas anécdotas que vinculan vida y obra fueron reunidas durante la cuarentena en el libro “Ensayo de escape”, editado por Ailin Staicos y escrito por el artista con Ezequiel Alemián, que se publicará en noviembre.
Sus obras, de tenor perturbador, nos conectan directamente con los grabados de Francisco de Goya (Fuendetodos,1746-1828) en su serie Caprichos, ya que sus dibujos también aluden a sus pesadillas ubicadas en lo mas recóndito de su imaginación, robándole al cerebro instancias que solemos anidar durante el sueño en distintos vericuetos.
A la muestra se puede ingresar en grupo, pero lo más indicado es visitarla sin compañía.
El tiempo que nos tomamos para recorrerla, implica un paso diferente al que usamos cuando usualmente accedemos a las muestras de arte.
“El transito del cuerpo del espectador dentro del espacio es una parte fundamental”, comenta el artista.
La muestra compuesta por dibujos en lápiz, tinta y carbonilla, comienza con una obra de dimensiones pequeñas como lo son todas, donde una gran mole amenaza con caer dentro de una casa.
La casa es el ser humano y la mole es su conciencia.
A partir de allí y a través de una secuencia de los dibujos, vamos avanzando circularizando entre paredes oblicuas que parecen, al igual que la mole del dibujo, se nos caerán encima.
Los espacios agobiantes que el artista utiliza en forma frecuente en sus planteos, apelan a incomodar al espectador.
Los dibujos representan nuestro espacio interior donde estamos confinados.
La ambientación de la muestra está magistralmente trazada, delineada, promoviendo un constante agobio que el espectador aprisionado, va sufriendo.
«El ojo del artista se vuelve hacia el exterior para contemplar las mismas figuras que hasta entonces sólo anidaban en sus pesadillas, como si las cavernas de su cerebro ya no pudieran contener este hervor maligno”, escribe su curadora.
Finalmente llegamos a una gran sala, donde la masa logró caer ocupando todo el espacio a través de formas amorfas que parecen devorar al espectador.
La enorme masa de 10 por 15 metros, está armada con aluminio llamado «Black fail”, muy liviano y maleable, el cual fue pintado con un material industrial refractario a la luz .
Su apariencia grávida, es exactamente lo opuesto a lo que pesa en realidad.
Es una especie de ola gigante morfológica, de color negro, que llega casi hasta el techo de la sala, y que invita a ser recorrida en forma circular, logrando con cada perspectiva, una instancia distinta.
El uso del aluminio ha sido una constante en sus obras que ya gozan de reconocimiento a primera vista. Lo descubrió en el teatro, donde el mismo es utilizado para cubrir luces.
Mientras abordamos la obra, se oye un golpe constante que nos genera curiosidad por descubrir su procedencia, y así llegamos a la última sala donde existe una gran loza con la fecha del nacimiento de Basualdo inscrita.
El catálogo de la muestra está compuesto por textos entre otros de Mariana Enriquez, Ivana Costa, Leila Sucari y Graciela Speranza (Buenos Aires, 1957) quien en ArteBA presentó su libro “Lo que vemos , lo que el arte ve”, un texto a tener en cuenta que analiza la situación actual del arte .
Desde 2003 Eduardo Basulado, integra el grupo de experimentación artística Provisorio/Permanente junto con Victoriano Alonso, Manuel Heredia, Hernán Soriano y Pedro Wainer.





