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Recorriendo Exposiciones EVA FÁBREGAS

por Daniel Benoit Cassou
por Daniel Benoit Cassou

Artista, periodista y escritor

Biografía



Llegar a Berlín conlleva a visitar en primer lugar la Hamburger Bahnhof, referente indiscutible del arte contemporáneo.
Este espacio, fue construido en 1846 como estación para cubrir la línea del ferrocarril que unía las ciudades de Berlín y Hamburgo.
Con posterioridad y luego de un tiempo en desuso, fue convertida primero en museo de la construcción y el transporte en 1906, hasta que a fines de 1996 fue reabierta como museo de arte contemporáneo disponiendo de 10.000 metros cuadrados de salas expositivas.
Desde el momento cero, fue sinónimo de calidad. Inauguró con una muestra de Sigmar Polke y de ahí en mas, siempre sus salas han albergado muestras de artistas referenciales.
Asimismo en 2004 se le anexó otro edificio, el Rieckhallen, que alberga el amplio acervo rotativo del coleccionista alemán Friedrich Christian Flick (1944), compuesta por 1500 obras de finales del siglo XX, quien donó 8 millones de dólares para su remodelación.
Luego de la amenaza de demolición del Rieckhallen, por parte de sus propietarios de origen austríaco quienes lo tenían arrendado hasta fines de 2021, fue adquirido por el Estado de Berlín en noviembre de 2022, por 100 millones de euros, así como la Hamburger Bahnhof por la cual se erogaron otros 66 millones de euros, mediante una combinación de fondos y un intercambio de terrenos.
Flick había amenazado en trasladar su colección a otro país y el Estado alemán no se podía privar de semejante llamador artístico.
Desde enero de 2022, está dirigida por la dupla de jóvenes compuesta por Sam Bardaouil y Till Fellrath, quienes cuentan con una largo y destacado currículo internacional.
Señal de la impronta de estos directores, la sala principal, donde entraban los bagones del ferrocarril, está exponiendo la obra de Eva Fábregas (Barcelona, 1988), la cual impacta desde el momento en que uno ingresa.
La muestra, denominada “Devouring Lovers”, de tamaño monumental, está conformada por una serie de esculturas blandas que sigilosamente y cada tanto, generan movimientos casi imperceptibles.
La idea perseguida por la artista española, radica en lograr convertir la sala en un gran organismo humano vivo, al cual el espectador ingresa.
Fábregas considera que el amor de los seres humanos no solo habita en la corazón y en la mente, sino que también circula por las vísceras de cada persona.
Tanto el deseo, el erotismo como el amor, forman parte del sistema digestivo que responde frente a nuestras emociones con “mariposas” en el estómago, así como la falta de apetito frente al frenesí sexual provocado al momento del enamoramiento o del deseo hacia otra persona.
La gran sala tiene una acústica especial en virtud de su alto techo así como por su gran amplitud, lo que genera una instancia propicia para percibir sonidos provocados por el movimiento de las tripas que van envolviendo al espectador en un ámbito acorde al buscado por la artista.
Tuve la suerte de ingresar sin público, lo que me propició una experiencia mas efectiva.
Se trata de un gran acierto de esta joven artista, donde la obra con características inmersivas, facilita su recorrido convirtiendo al espectador en un actor protagónico accionando estímulos amorosos en dicho organismo que compone la instalación.
Ello, está en concordancia con las ideas de Fábregas, quien asevera que deberíamos de tener un contacto mas íntimo con nuestro organismo interno, escuchándolo a la vez que buscando recorrerlo a través del tacto de la piel con nuestras manos para percibirlo y comprenderlo mejor.

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