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Recorriendo Exposiciones
EDUARDO BASUALDO

por Daniel Benoit Cassou
por Daniel Benoit Cassou

Artista, periodista y escritor

Biografía

Walden Naturae desembarcó en Pueblo Garzón y en su segunda temporada sigue dando señales de su compromiso para con el ámbito artístico de nuestro país.

Está dirigida por Ricardo Ocampo, uruguayo, radicado en Buenos Aires donde comenzó su actividad galerística muy relacionado al principio con las publicaciones, aspecto que se aprecia en los catálogos de sus muestras.

Walden es la única galería de arte construida especialmente para albergar exposiciones.

Desde su apertura han celebrado una muestra mas interesante que la otra.

Una pena que no sea más concurrida por el público uruguayo que se pierde la oportunidad de acercarse a interesantes y en algunos casos, únicas posibilidades para consustanciarse con destacados artistas.

En esta oportunidad, la tercera exposición de la temporada, la propuesta es fuera de serie tratándose de un artista de la magnitud de Eduardo Basualdo.

Hace unos pocos meses publiqué una nota suya a partir de su muestra que está llevando a cabo en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, la cual podrá ser visitada durante todo el 2023.

Eduardo Basualdo (Buenos Aires, 1977) es un artista relativamente joven, pero su análisis de las temáticas que propone, obedecen a una persona con mayor sabiduría de vida.

Su línea está claramente alineada con las ideas de Francisco Goya, quien fue uno de los pioneros en auscultar la mente humana, fuente de inspiración de sus trabajos entre grabados y pinturas que al día de hoy continúan sorprendiendo.

Hay artistas que miran para afuera y otros que navegan por su entramado y desconocido mundo interior.

No es fácil descifrar la mente humana, mucho menos graficarla y representarla dentro de un esquema artístico el cual sea comprendido por los demás.

Basualdo lo intenta y con bastante acierto aunque su obra no es para todo público. 

A sus instalaciones hay que acercarse de una manera peculiar, diferente a la habitual a la hora de relacionarnos con el arte.

Eduardo es muy comunicativo y simpático, siempre dispuesto a guiar a los espectadores, pero eso es solo una pequeña ayuda. Apreciar y analizar sus obras requiere una intromisión personal. Un escucharse a si mismo. Crear una complicidad con nuestra intrincada mente para que sea ella quien nos guíe sin que esté conducida por nuestro parecer.

Hacer referencia a las obras de Basualdo implica ríos de tinta, dejándonos sorprender a nosotros mismos mientras nos oímos.

Allí radica su riqueza creativa que propone un recorrido, un análisis que me animo a decir que no es logrado con éxito por la mayoría.

Su obra requiere tiempo de introspección y madurez y una vez que logramos entrar en su

mundo, hay que dejarse llevar.

En esta oportunidad, la primera vez que lleva a cabo una muestra individual en Uruguay, Basualdo ha utilizado la sala de Walden a modo de receptáculo de una gran mente que el artista invita a recorrer.

Titulada Precuela, el artista recurre al término que define a la “obra que se crea con posterioridad a cierta obra de referencia y que evoca hechos anteriores a la acción de la que apareció en primer lugar”.

 Mente tenemos todos pero muy pocos, por no decir ninguno, logramos desentrañarla y es allí donde Basualdo hace foco tratándose de un espacio muy difícil de descifrar.

La única forma de arribar al tema es mediante un juego que es por donde el artista nos conduce.

Su obra es tan lúdica como profunda.

La elección del color negro para sus dibujos y esculturas no es casual. El negro es el no color. Representa la oscuridad la cual es sinónimo de incertidumbre, de caverna, de temor si se quiere, cómo todo lo desconocido.

Un color que en las obras de Basualdo también nos conducen a los diferentes negros que varios artistas han tratado de representar cómo es el caso del anglo indio Anish Kapoor.

También los dibujos de Basualdo realizados con carbonilla remiten al hombre pre histórico el que aún persiste en nuestras mentes indescifrables.

En su caso, la luz es el medio necesario para llegar a la oscuridad.

La sala de espaciosas dimensiones de Walden recibe mucha luz natural durante el día, pero esta obra luce, se aprecia y es más efectiva durante la noche con ases de luz artificial. Tal vez, con menos luz de la que tiene y solo con luces puntuales sobre algunos ángulos sería más efectiva, lo que no es lo mismo que decir más comprensible. 

Este ámbito está poblado de algunas de las ideas que habitan y perturban la mente de

Basualdo.

La gran instalación nos invita a transitar por los recónditos vericuetos que el artista intenta descifrar y plasmar echando mano a dibujos y esculturas.

La mente humana la representa a través de un papel corrugado negro envolvente que ene esta oportunidad la utiliza para crear ambientaciones en las cuales el espectador puede habitar.

El ojo es el órgano visible de nuestra mente, por donde nos retroalimentamos.

En una magnífica y efectiva escultura, Basualdo invita al espectador a introducirse dentro de la mente, ubicándonos detrás del ojo guardián, testigo de lo que sucede fuera del receptáculo craneal. 

También en esta muestra, Basualdo desdobla la mente recubriendo toda una pared. 

La muestra está curada por Martín Craciun y la invitación conmina a ser visitada.

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