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Visitando Talleres
CRISTINA BONILLA
por Daniel Benoit Cassou
Cristina Bonilla nació en Maldonado en 1953, pero estuvo viviendo la mayoría de su vida en España.
En 2012 decide regresar instalándose en San Francisco, balneario vecino a Piriápolis.
Allí reside con su marido y muy cerca y al pie de las sierras, instaló su taller donde trabaja e imparte clases a un grupo de alumnos que la siguen sistemáticamente.
Cristina es una mujer afable, con un tono muy cálido a la hora de relacionarse, siempre mirando a los ojos del otro, pero con una postura muy segura y provocadora atenta a sus inquietudes.
Ese quehacer curioso y analítico, es motivo de las fuentes de inspiración de sus obras.
Es una artista polifacética, muy inquieta, a quien le cuesta estar de brazos cruzados.
Concurre a su taller ocho horas diarias y cuando no está pintando, se dedica a otras de sus pasiones como son el cultivo de plantas y la cocina, donde le gusta preparar conservas, mermeladas y otras delicatessen, siempre trabajando con productos naturales de su huerta.
Tanto su taller como su casa están inmersos en jardines plagados de plantas particulares que se ocupa de cultivar y su generoso espíritu le lleva a estar compartiendo diferentes especies con sus amigos.
En cada visita que le realizo, salgo de su casa con alguna planta, así como con algún bollón de conservas.
Esa misma generosidad la aplica a la hora de impartir sus talleres siempre compartiendo técnicas e ideas sin quedarse con nada para sí misma.
Sin lugar a dudas que la elección del sitio que habita ha logrado influir en su quehacer artístico.
Entre por un lado el mar y al pie de las sierras, como son el Cerro San Antonio, Cerro del Toro, Cerro de los Burros, así como Camino de la Gloria, el cual arranca en las sierras y acaba en el mar, Bonilla se ha dejando influir por el entorno, qué ha hecho su lugar en el mundo e incide en su quehacer artístico.
Cuando uno transita por allí, percibe una enorme carga de energía que nos abraza ni bien llegamos.
Luego de tantos años en la zona, la obra de Bonilla ha ido mutando reflejo de la influencia de lugar sumado a su gran experiencia artística.
Actualmente, la artista está trabajando con una obra nueva, creatividad constante en su carrera, donde pareciera que se ha alejado del planeta logrando una mirada aérea, de dron, dispositivo que tanto está influyendo en nuestras miradas.
Es así que su nueva obra compuesta de machas, provoca en el espectador un recorrido curioso, enigmático, seductor, propio de su entorno que nos envuelve en un halo de misticismo.
Según la artista, se trata de la percepción de tantas malas noticias de la prensa tanto locales como internacionales, que le afectan de esa forma.
Asimismo se ocupa de escoger los materiales acordes para plasmar su obra, de forma tal que estén en sintonía con sus mensajes, cómo son plásticos que pueden ser reciclados de tantos deshechos que produce el ser humano.
A su vez, en algunos casos, estampa sobre sus trabajos, números de patentes internacionales bajo las cuales los diferentes gobiernos clasifican hechos de carácter reservado.
Ejemplo de ello es la Manipulación del sistema nervioso por campos electromagnéticos de monitores, donde se utiliza a la televisión como medio de control mental de los televidentes, lo que habla de sistemas que podríamos englobar bajo el término de “gran hermano” a modo de síntesis.
U otras patentes que reúnen información en la elaboración de sustancias químicas usadas como alucinógenos también controladores de la población mundial.
La experiencia artística de Bonilla sumado a su zozobra, más allá de habitar un espacio plácido, pacífico y energético, son temas a los cuales habrá que prestarle atención.
Ojalá que pronto se anime a realizar una exposición con este nuevo motivo de inspiración.