por Daniel Benoit Cassou Artista, periodista y escritor Biografía Ha sido muy acertado para nuestro…
Campo Art Fest 8
por Daniel Benoit Cassou
Artista, periodista y escritor
Pueblo Garzón, Uruguay.
El festival de arte Campo Art Fest en Pueblo Garzón celebrado anualmente desde hace ya casi diez años se ha convertido en una ventana al mundo par nuestro país.
La presencia de artistas que arriban de diferentes ciudades internacionales generan la posibilidad de interactuar en forma directa acercando el arte contemporáneo, término para resumir en una palabra lo que acontece hoy día, al escenario artístico local.
Durante tres días se puede recorrer el pueblo visitando las diferentes propuestas de los participantes quienes trabajan bajo una consigna y de cara al lugar y las circunstancias que el pueblo les generan.
Los artistas llegan un mes antes y llevan a cabo una residencia donde buscan establecer un diálogo con el lugar encontrando una temática para su exposición.
En algunos casos son análisis, en otros son alternativas irresueltas que nos generan pensamientos, ideas y también incertidumbres y en otros son meros susurros del lugar, todos ellos muy cercanos al rose de nuestra piel con el lugar.
Pueblo Garzón es un lugar muy enigmático donde no pasa nada y pasa todo. Basta con acercarse, auscultarlo y dejarse seducir por su aire.
La conjunción de artistas de diferentes lugares crea un amplio crisol de manifestaciones permitiendo un vínculo muy enriquecedor para todos los participantes sean extranjeros como locales, lo que redunda y se potencia con el aporte de los visitantes.
En esta edición número 8 CAMPO ART FEST lleva el titulo de UN/SETTLED: On Migration + Movement aludiendo a los movimientos migratorios y sus consecuencias implícitas.
Hoy día nuestro planeta se caracteriza por el gran movimiento migratorio de un pueblo a otro como nunca se había visto.
Podríamos decir que el siglo XXI es el siglo de los migrantes debido a las vicisitudes de muchos países que obligan sus pobladores a trasladarse así como también por la gran curiosidad que existe en la búsqueda de vivencias diferentes a las que nos toca vivir en nuestro lugar de origen.
Algunos traslados implican nuevos alternativas acompañadas también del dolor del desarraigo. No es lo mismo emigrar por decisión propia que por obligación.
Dentro de los aristas que participan en esta edición cabe destacar la presencia de algunos aunque la mayoría de las propuestas son interesantes.
Karina Flores (Montevideo, 1979), egresada de la Licenciatura en Artes Plásticas y Visuales por la Facultad de Bellas Artes de Montevideo, ocupa una pequeña sala de una tapera que explota de creatividad a la vez que nos genera una instancia reflexiva.
La artista uruguaya estuvo trabajando durante un año con los chicos de Pueblo Garzón en edad escolar entre 7 y 12 años de la Escuela Rural No 16.
La consigna es determinar que grado de segregación podemos tener frente al otro, al extranjero, al diferente.
Para ello la artista establece una línea de análisis entre lo humano y lo no humano trabajando a partir de micro organismos que habitan en ambos grupos.
Estas células fueron abordadas a través de microscopios donde los chicos tuvieron la posibilidad de percatarse que en ese plano somos todos iguales, tanto animales, humanos, plantas y cosas.
A partir de allí, la artista propone un puente de acercamiento no solo entre los habitantes de Pueblo Garzón quienes se pueden sentirse vulnerados e invadidos durante estas instancias de avalancha ajena al lugar, asî como también un ejercicio de acercamiento y de asimilación hacia el desconocido y también los diferentes entornos que habitamos para los visitantes.
De forma magistral, Karina ha logrado habitar rectángulos de fibras plásticas con familias de micro organismos que se desplazan dentro de ese soporte que la artista logra convertir en una obra de arte.
Karina se caracteriza por una búsqueda y exploración de los territorios de forma experimental que aborda con un enfoque transdiciplinario.
Su obra genera un diálogo entre el arte, la ciencia y la tecnología buscando interacturar con diversos vínculos con la tierra con el fin de encontrar nuevas manera de relacionarnos con la misma.
Por su lado la participación de la antropóloga Social y Cultural por la Universidad Complutense de Madrid, también investigadora, Suraia Abud (Montevideo,1982), ha sido también de un gran aporte al medio.
Proveniente del ámbito gastronómico, Suraia nos propone un ejercicio de acercamiento a partir de alimentos que son los mayores portadores de información dentro de las migraciones, los cuales en muchos casos actuaron como sustento emocional a la hora de cambiar de un país a otro.
La comida es un enciclopedia de información muy rica, nunca un término mejor utilizado, pues en ella podemos tomar nota de historias de pueblos ancestrales.
Para ello Suraia presenta una serie de alimentos fermentados elaborados por ella misma, que expone asimismo de una forma muy artística dentro de un escenario acorde, que ella misma ha llevado a cabo, lo que es acompañado por sus relatos verbales echando mano a ejemplos que le permiten acercar al espectador al tema para reflexionar a cerca de las implicancias de los alimentos dentro de los movimientos migratorios.
Inspirada en sus raíces libanesas, Suraia nos propone un viaje virtual dentro de lo que ha denominado “Frío Fuego”.
La comida y mas que nada el proceso de elaboración de los alimentos ha sido incorporado dentro del ámbito de las artes visuales desde que el chef español Ferrán Adriá participó en documenta de Kassel XII en 2007 a partir de la invitación del curador de la misma Roger Buergel (Berlín, 1962).
Dentro de los artistas internacionales podemos citar a cuatro, a modo de ejemplo del excelente nivel de esta edición.
Arleene Correa Valencia (Michoacán, 1993), originaria de México radicada en los EEUU, formada en el California College of the Arts, nos propone una escena un tanto dolorosa desde el punto de vista de la desintegración de una familia a partir del dolor de un niño.
Dentro de una escena muy íntima, la artista recrea la instancia del dolor que conlleva la separación de los progenitores y sus hijos cuando las situaciones económicas los obligan a emigrar a otros países dejando a su familia en el país de origen,
“Aquí sin ti” es una instalación compuesta por bordados que recrean los sentimientos de Arleene cuando su padre debió emigrar y que ella a sus tres añitos no comprendía.
Estos traumas que se arraigan en nuestro interior mas allá de la elaboración y proceso mental que luego podamos llevar a cabo en nuestra edad adulta, son difíciles de borrar de nuestra memoria emotiva.
Los sutiles bordados expuestos encima de una hoguera, elemento que representa al hogar propiamente dicho, es acompañado por un audio donde se pueden oír llantos de un niño.
Se trata de una propuesta muy elocuente, efectiva a la vez que emotiva que nos sensibiliza y acerca al dolor que implican estas separaciones familiares.
La familia Correa Valencia huyó a los Estados Unidos en 1997 y encontró un hogar en el valle de Napa, California, donde aun su padre aguarde obtener la ciudadania del país.
Miguel Braceli (Valencia, 1983), artista venezolano que se manifiesta a través de la fotografía, en esta oportunidad, mas allá de que se pueden ver sus trabajos en Canteen Info Hub, se aventura con una performance acorde al lugar.
Para ello, recorriendo y oyendo al lugar, Braceli conforma un desfile de gauchos del lugar que recorren el campo embanderados con elementos naturales y típicos de la zona.
Los territorio no conocen limites ni emblemas que los diferencien unos de otros. Las banderas que hemos plantado son producto de guerras y luchas por definir espacios dentro de lo que luego denominamos naciones.
Estos símbolos geopolíticos como en nuestro caso se retrotraen a las banderas blancas y coloradas, incluyendo nuestro emblema nacional, es sustituido por Braceli por flores de la planta autóctona denominada popularmente como “cola de zorro”.
A través de este desfile que nos retrotrae a nuestros ancestros luchando contra la ambición del poder de los conquistadores, se nos perfila como un mensaje de paz y respeto por nuestro entorno, donde una vez mas el arte actúa como medio de unión entre el hombre y la naturaleza.
Braceli es de profesión arquitecto con un master en arte, trabaja en los cruces entre arte, arquitectura y las prácticas sociales, explorando conflictos geopolíticos y locales.
La venezolana Cassandra Mayela (Caracas, 1989), radicada en New York desde 2014, presenta el resultado de una residencia que llevó a cabo en Oaxaca, México.
Allí convocó a los venezolanos, pueblo que hoy día representa una de las mayores diásporas dentro de América Latina, a llevarle una prenda, un artículo que tuviera una carga emocional y que por ello les costara desprenderse de los mismos.
A partir de esos textiles, la artista fue elaborando trenzas mientras los donantes les iban relatando las pericias y dolores que la inmigración les habían provocado.
Mientras esta elaboración que remite a una antigua practica comunitaria dentro de las culturas indígenas, Cassandra fue rezando dentro de un acto de unión, respeto y solidaridad con el otro.
Para llevar a cabo su exhibición la artista colgó esas largas trenzas a lo largo de la vida del tren del pueblo logrando un fuerte mensaje que se potencia mas aun con el lugar.
Estas vías de tren en este caso también se potencian considerando que Pueblo Garzón sucumbió cuando el tren, medio de transporte tan vital para el lugar, dejó de pasar por allí convirtiendo al lugar en un sitio remoto e incomunicado con el resto del país.
Asimismo los nudos así como estas largas trenzas elaboradas por Cassandra, crean un ritmo similar al que percibimos cuando viajamos en tren donde las imágenes exteriores se convierten en coloridas ráfagas que nos acompañan durante el viaje.
Cassandra quien también se desempeña como modelo publicitaria, es graduada en Diseño digital textil aunque se considera una artista autodidacta.
Por último y no por ello menos importante, la propuesta del arquitecto Ronald Rael (Colorado, 1971) ,es sumamente enriquecedora no solo para el festival sino para todo nuestro ámbito artístico teniendo en cuenta la trascendencia internacional de este destacado artista.
En esta oportunidad, Rael, crea un vínculo con el entorno a partir del barro, creando un gran horno habitacional en medio del campo.
“La casa del hornero” lleva por título su propuesta y la idea es rendirle homenaje a este pájaro del cual tanto nos hemos nutrido los humanos a la hora de construir así como considerando su forma de trabajo y lealtad entre las parejas que estas aves llevan acabo.
Este gran nido, el cual permanecerá en el lugar hasta tanto el tiempo lo decida, funciona también como un gran horno para la elaboración de alimentos.
Con esta pieza, Rael hace alusión a la resiliencia de las tecnologías de adobe introducidas en América hace mas de 400 años, conduciéndonos a reflexionar sobre la sostenibilidad y la sabiduría transmitida desde generaciones ancestrales a través de la artesanía, prácticas en muchos casos en desuso.
Ronald Rael es un artista visual reconocido por su trabajo en arquitectura que combina con los derechos humanos y la defensa ambiental, elaborando propuestas que elabora con prácticas materiales indígenas combinadas con el uso de programas virtuales en 3D.
La base física de su trabajo ha sido la frontera entre Estados Unidos y México donde logró visibilidad a partir de una propuesta que llevó a cabo en un muro en la frontera entre EEUU y México donde colocó tres subí-bajas en color rosado que unían un país con el otro e invitaban a ser usados por los chicos de ambos países.
Esta obra fue nombrada por el Museo de Diseño de Londres como Diseño del Año 2020.
Rael es titular de la Cátedra Eva Li Memorial de Arquitectura en el Departamento de Arquitectura de la Facultad de Diseño Ambiental y también es miembro de la facultad de arte del Departamento de Prácticas Artísticas de la Universidad de California en Berkeley y he expuesto en la Bienal de Venecia entre otros lugares de prestigio.
Para recibir a los invitados, Ronald los recibía con pan casero elaborado por él mismo dentro del propio horno, muy sabroso por cierto.
Estos son algunas de las propuestas que se pueden apreciar en Campo Art Fest que se podrán visitar desde el 28 hasta el 30 de diciembre, una cita de carácter obligatorio para artistas e interesado en el arte.