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Recorriendo Exposiciones RICARDO LANZARINI

por Daniel Benoit Cassou
por Daniel Benoit Cassou

Artista, periodista y escritor

Biografía

El pasado 30 de diciembre, Xippas Gallery, destinó su estar en su sede de Manantiales para homenajear a uno de nuestros más destacados artistas con trascendencia internacional.

Ricardo es un amigo que siempre da gusto ver y que cada vez que me ve, me recuerda que he sido su primer coleccionista.

Fue mi esposa Nora quien le compró un par de obras para agasajarme en un cumpleaños.

Esa simpatía, ese humor tan sutil, es el mismo que plasma en sus obras.

Ricardo Lanzarini (Montevideo, 1963) se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Montevideo.

Es un artista con un repertorio consecuente que sin dudas está dictado desde la profundidad filosófica de su ser.

Trabaja en formatos diminutos siempre conduciendo al espectador a través de su gran sentido del humor.

Las hojillas de tabaco JOB así como las cajas de fósforos que tanto caracterizan a un sector de los uruguayos, han sido soporte de sus dibujos que por supuesto los lleva a cabo con la ayuda de una lupa.

También en sus dibujos catárticos, cargados de pequeños personajes que se mueven y peregrinan en forma barullenta, ha recurrido al uso de la viruta de los lápices de colores que pega sobre el papel a modo de dar cuenta de la participación de lápiz, fuente de creatividad inicial de todo dibujante.

Los personajes que pueblan sus dibujos provienen de una selección variopinta de nuestra sociedad que lo inspiran.

Allí podemos apreciar caracteres que dan vida a hombrecitos-mujeres donde los géneros pasan a un segundo plano, sin peder los rasgos de cada uno.

Los políticos así como los curas entre otras profesiones públicas, se dan de la mano con los enfermos psíquicos, personas de la calle con hambre, demagogos, entre otros, aspectos fundamentales en su obra.

Esta confluencia de personajes que usa como fuente de información inspiradora, luego son mezclados dando vida a conjuntos humanos que se manifiestan entrelazados en un constante lazo circular zigzagueante.

Lanzarini todo lo asimila con un gran sentido de jovialidad siempre a través de una mirada muy crítica que penetra y ausculta nuestra sociedad.

De esa forma, convierte todo en un gran carnaval, visibilizando las miserias humanas sin perder nunca la musicalidad y el movimiento elíptico presente en sus obras.

Sus dibujos están poblados tanto por gente extravagante así como por los integrantes más simples de la sociedad. Eso lo convierte en un gran observador mundano que plasma sus personajes a modo de jolgorio orgiástico, aunque siempre cargado de un gran rigor analítico.

En sus trabajos logra generar una alegría aparente la que luego de ser vista con precisión, va tornándose de otro tenor.

A medida que afinamos nuestra mirada, vamos reconociendo motivos no carentes de una gran culpa colectiva que nos involucran a todos.

Así Lanzarini va logrando que nos riamos de nuestras propias desgracias a partir de la frustración humana tan distante, aunque real, que forma parte de nuestros cánones de éxito impuestos por la sociedad, donde nada es lo que parece.

De esta forma, y a través de su propio lenguaje, Lanzarini se alinea con los grabados de Goya, también plagados de tensión filosófica donde el humor suaviza situaciones, en algunos casos, tétricas.

También de alguna manera y para acercarlo a nuestra historia de arte nacional, se podría entender que Lanzarini recoge el guante de los personajes “faunescos” con los cuales Luis Solari ridiculizaba nuestra sociedad.

Más allá de ciertos esbozos que Lanzarini propone antes de llevar a cabo sus obras, le gusta y prefiere dejarse guiar por su instinto gestual catártico, que va guiando su mano hasta dar vida a sus personajes.

Es recurrente que intervenga paredes con obras efímeras que luego solo quedan registradas en fotografías y videos.

Para esta ocasión, recurrió a una larga bobina de papel de varios metros, que luego atornilló a la pared de la sala.

Provocado, seguramente, por la estación estival en que nos encontramos y dentro de un ámbito playero, Lanzarini vistió a sus personajes con diminutas mallas muy coloridas que aportan lo suyo y acompañan su constante agudeza.

Más allá que en este caso haya recurrido a tamaños monumentales, Lanzarini simplemente lo que hace es agrandar sus diminutos personajes ayudado una gran lupa.

En la sala también se pueden ver dibujos suyos enmarcados en tamaños más prácticos para eventuales compradores que dispongan de acotados espacios expositivos o no sean tan osados a la hora de adquirir obras.

Sería un gran golpe de suerte que esta gran obra fuera a parar a alguna sala pública o privada dentro de nuestro país, aunque tampoco nos opondríamos a que ocupe un lugar prestigioso en el exterior como se merece.

Ricardo Lanzarini ha participado en varias muestras internacionales incluyendo la Bienal del Mercosur, Curitiba y en La Habana en su VI y VII ediciones, donde lo acompañé en 2000.

También ha estado presente en la feria ARCO en Madrid entre otras exhibiciones internacionales prestigiosas.

Darse una vueltita por Xippas Gallery es una buena opción para acercarse a este artista, siempre constatando previamente que se encuentre el espacio abierto, donde también se puede apreciar una muestra colectiva integrada por una selección de obras pertenecientes a destacados artistas nacionales e internacionales, bajo la curaduría de Manuel Neves.

30.12 – 04.02

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