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Recorriendo Exposiciones YVONNE D’ACOSTA

por Daniel Benoit Cassou
por Daniel Benoit Cassou

Artista, periodista y escritor

Biografía

A falta de espacios expositivos, Montevideo ha adaptado algunos lugares para convertirlos en receptores para albergar muestras de arte.

La mayoría de estos no lo logra con acierto.

Las obras de arte nos obligan a tener un espacio donde puedan ser contempladas generando instancias reflexivas para el espectador, el cual necesita un ámbito adecuado para lograr el vínculo propuesto por el artista.

Las artes plásticas hoy más que nunca necesitan de la participación de quien las contempla para lograr su objetivo.

El arte contemporáneo no es sinónimo de objetos decorativos, aunque en algunos casos se usa con esos fines.

Espacios como el que Aguada Park ofrece a los artistas, no logra ser un buen receptáculo pues, cómo ese caso, es un lugar de paso, donde el espectador se ve arrastrado por la voracidad del público que transita rápidamente y las obras no están siquiera a la altura de la visión que se necesita.

Una pena, pues se trata de emprendimientos con recursos económicos, pero que manejan al arte y al artista sin el respeto necesario.

El caso de Espacio Arte dirigido por Gastón Roca, tampoco es un lugar acorde para la exhibición de obras de arte, aunque el rincón destinado a ello, que no es más que el hall de ingreso del edificio Torre 58, permite, no sin el

esfuerzo del espectador, abstraerse del entorno comercial y lograr el contacto espiritual necesario para el vínculo.

Yvonne D’Acosta (Montevideo, 1949) formada en el taller de Hilda López (Montevideo, 1922-1996) entre 1975 y 1983, es la artista convocada para llevar a cabo una muestra bajo la curaduría de Roca, que el espacio acogerá hasta el 15 de agosto próximo.

D’Acosta trabaja con un discurso artístico producto de una profunda intromisión que viene indagando desde 2008, cuando se integra a los talleres filosóficos de Sandino Nuñez.

A partir de allí, la artista ha ido descubriendo objetos amorfos y paisajes surrealistas que evocan a los planistas uruguayos (valga la redundancia pues el planismo es una corriente desarrollada solo en Uruguay aunque no tenga el reconocimiento internacional como tal), que dan cuenta de su formación artística sumado a sus inquietudes analíticas.

En esta oportunidad, D’Acosta, reúne con acierto en el mismo espacio, la conjunción de dos series que viene desarrollando desde hace unos años.

Sus no-formas amorfas que no condicen con ningún objeto reconocible, fueron motivo de inicio de ese camino que D’Acosta viene recorriendo, donde también da cabida a juegos con las sombras que proyectan las mismos.

Sombras, que a su vez, dentro de esa misma premisa cuestionadora y de talante inquieta, tampoco son coherentes.

Luego, y fiel a su formación pictórica que la lleva a expresarse cómodamente en el lienzo, D’Acosta da cabida a sus objetos que combina con paisajes sumamente seductores a la vez que enigmáticos, los que recrea en acrílico.

Esas formas que no sabemos si emergen de la tierra o si han caído del espacio atmosférico y la tierra se los va devorando, son elementos perturbadores que interpelan al espectador que se ha dejado seducir por un paisaje complaciente a primera vista.

Allí anida algo más que quedará a criterio de cada espectador, el cual podrá analizar o no, puesto que las obras de arte no siempre revelan sino que funcionan como elementos disparadores de situaciones que pueden incidir en la percepción visual, mental o espiritual.

“Cualquier paisaje es un estado del espíritu“, es el título escogido para esta muestra tomando las palabras del filósofo Henri-Frédéric Amiel (Ginebra, 1821-1881) quien ya en el siglo XIX nos allanaba análisis más acordes a nuestro siglo.

Vale la pena acercarse a Torre 58, preferentemente a la tarde, donde los rayos de sol que pegan contra los cristales, no interceptan la contemplación de la ambientación de las obras.

Lo ideal es tomarse un rato, sentarse en los sofás que componen el hall de ingreso y dejarse abrazar por el ámbito surrealista que D’Acosta ha recreado y donde luego de un rato, podremos creer percibir un leve movimiento de sus formas que conducen nuestra mirada para adentrarnos y recorrer sus paisajes.

Algo que no condice con el ámbito recreado para la muestra, son un par de cuadros sobre los ventanales que dan a la calle.

Si bien el objetivo de ello es la invitación al público para que ingrese, el resultado no es positivo.

Hubiera sido más efectivo y acorde a la muestra, un afiche informativo.

Espacio Arte – 25 de Mayo 491

Hasta 15 de agosto

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