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Recorriendo Exposiciones DELCY MORELOS
por Daniel Benoit Cassou
La curadora de la 59 Bienal de Venecia Cecilia Alemani (Milán, 1977) que se está celebrando hasta noviembre próximo, seleccionó 213 artistas donde 192 son mujeres.Un hecho histórico de relevancia, ya que siempre son los hombres los que ocupan la mayoría de los espacios expositivos.
Varias mujeres se destacan, entre las cuales podemos citar a Katherina Fritsch (Alemania,1956), Elsa von Freytag-Loringhoven (Polonia,1874-1927), Paula Rego (Portugal,1935-2022) (Raphaela Vogel (Alemania, 1988), Simone Leigh (Estados Unidos,1967), entre otras de destaque, sin dejar de nombrar a las latinoamericanas Cecilia Vicuña (Chile, 1948) y Delcy Morelos (Colombia, 1967) a quien dedicaremos esta reseña.
Morelos, de ascendencia indígena, nació en Tierralta, Córdoba, en una zona que ha estado dominada por la violencia en manos de guerrilleros y grupos paramilitares, motivo central de sus trabajos artísticos.Es así que su vida siempre ha estado signada por el color rojo de la sangre que fue motivo inspirador de sus primeras pinturas hace 30 años.En dichas pinturas, manchaba los lienzos con colores rojos, aludiendo a la violencia física y a otros fluidos corporales.
Poco a poco su obra fue cambiando de soporte y hoy día se manifiesta a través de monumentales instalaciones de tenor conceptual.Es así que el rojo se ha convertido en negro, color predominante en sus obras que modela trabajando las distintas tierras de las ciudades donde expone.Según la artista, el negro es el color más hermoso, aterciopelado como un chocolate, termino al que le gusta recurrir. “Siempre nos estaremos convirtiendo en humus”, afirma.
A partir de las constantes confrontaciones bélicas de su país, Morelos fue tomando consciencia de que la tenencia de la tierra era uno de los elementos que propiciaba esa violencia, lucha entre terratenientes y pequeños campesinos.La tierra, con sus distintos matices oscuros, es contrario a los colores exteriores de las ciudades, que el supuesto orden civilizado intenta esconder por miedo a ser confundido con la pobreza, según Morelos.
Sus obras evocan territorios así como paisajes que palpitan, poblados de vestigios del ciclo de la propia vida.
El nombre de su ciudad natal, Tierralta, ha sido un elemento disparador en sus propuestas, pero contrariamente a la altura, Morelos se ha introducido en los oscuros canales que le han llevado a realizar excavaciones tierra adentro. Y es allí, en ese ámbito donde iremos a parar todos, que Morelos quiere llegar.“Nos convertimos, vivimos, morimos y nos descomponemos con y como la tierra”, en palabras de la propia artista.
Signada por la cantidad de muertos de su ciudad, la colombiana reflexiona con la tierra de la cual provenimos y a la cual regresaremos.Sus obras de carácter reflexivo, invitan al espectador a indagar, a transitar vericuetos matéricos que lo conectan con el propio mundo interior del sujeto.
La artista se propone provocar un diálogo entre sus obras y los espectadores que le lleven a reflexionar sobre la violencia, el origen étnico, la discriminación social, la tierra misma y fundamentalmente el factor miedo, que domina al ser humano en situaciones limites.Para ello, se ha valido de distintos soportes así como de materiales para plasmar sus obras. Pintura, arcillas, telas, fibras y otros elementos naturales, le han servido para llevar a cabo sus propuestas, siempre trabajando a partir del vinculo hombre-tierra-naturaleza.
Para esta edición de la 59 Bienal de Venecia, Morelos presentó un enorme laberinto realizado con tierra extraída de Venecia, con la misma técnica milenaria de las casas de adobe de su pueblo.Ella misma nació y se crió en una rancho de barro.Cada lugar tiene su color de tierra característico, en función de los componentes que la conforman.
Fue convocada por Cecilia Alemani para exhibir una obra que tituló Earthly Paradise (2022), donde el suelo emerge del propio suelo.
Esta obra de grandes dimensiones, situada en Arsenale, invita a un recorrido provocando una intromisión del espectador a partir de un ritual que lo llevará a tener una experiencia sensorial en silencio para escucharse a si mismo, así como también a la propia tierra que palpita que se percibe a través de la humedad, de su temperatura asi como por su textura.Para lograr un mayor efecto sensorial, Morelos se ayuda de diferentes perfumes con que rocía los muros de su laberinto empastados con tierra y heno, en esta caso con mandioca, cacao, clavo de olor y canela.
Está claro que el lugar no es propicio para la obra en virtud de la cantidad de personas que circulan alrededor, así como por el ruido sonoro.Sus obras, en particular esta, tiene que ser recorridas en total silencio y en soledad, a través de una experiencia inmersiva, que es por donde el arte a nivel internacional está transitando hoy día.
La tierra. fuente de nuestras riquezas, según la artista, es un espacio místico, el cual debe de ser respetado y se le debe rendir culto.
Morelos se propone a partir de sus obras, recuperar la armonía entre el ser humano y su entorno natural, transitando inquietantes instalaciones inmersivas.
Mejor resultado ha logrado en otra instalación de diferentes dimensiones, que está siendo expuesta en el Museo de Arte Moderno en Buenos Aires (MAMBA), bajo la curaduría de Victoria Noorthoon, dentro del programa propuesto por el museo titulado “Un día en la Tierra”.
En un segundo subsuelo, ámbito ideal para llevar a cabo su propuesta.Morelos presenta la instalación titulada «El lugar del alma”, adentrándose en los confines de la tierra, a donde han ido a parar miles de sus coterráneos rehenes de las guerrillas.En ese caso, el subsuelo del MAMBA es ideal para lograr una mayor efectividad en su mensaje.Fuera del alcance de la luz natural, la artista logra ambientar su obra con la humedad típica de la profundidad de la tierra.En este caso, debió usar 23 toneladas de tierra y pasto que extrajo de la zona de Cañuelas, rindiendo homenaje a la Pachamama.
Para construir sus objetos, en este caso los muros laberínticos, Morelos se vale de la tierra local, así como de pigmentos y estucos diversos. También se ocupa de perfumar los muros con clavo, canela, café entre otros que la artista rocía con un aspersor.
Delcy Morelos tiene una larga trayectoria que la ha llevado a exponer en diferentes bienales internacionales como La Habana, Porto Alegre, Cuenca, Monterrey, Buenos Aires así como en otros tantos países que la han invitado.